
Si alguna vez me detuviera, sólo por un momento,
A ver lo que arrojo al negro abismo del tiempo
mientras vindico desnudos simulacros de poesía.
"Esperar" sería el verbo correcto
Si el "creer" y el "amar" no estuviesen en la espera
Si acaso la promesa secreta de un júbilo futuro fuera
La certeza vívida de un presente abyecto.
"Vivir" sería el verbo definitivo
Si al menos pudiese decir que estoy tan vivo
como la silente roca, dura como el azar,
a la que cada día de mi vida acudo a tropezar.
"Sublimar" sería un verbo consolador
Si por una vez el profuso Freud razón tuviera
Si de mis palabras algo ínfimo sobreviviera
algo que no fuese deseo y despojo de crisol.
"Soñar" sería un último recurso
Si solamente cada sueño fuese tanto o más absurdo
como cada escaramuza que contra el destino urdo
como el febril salmón ante el gran río: en contra de su curso.
Se me agotan los verbos aún antes que los versos
denegados y destrozados por un jurado inclemente
y antes de que el oprobio me haga impenitente
clamo en voz trémula, como desahuciado converso:
- Quizá el prohibido "amar" sea la fatal alternativa
Si eso fuese más que sonreírte, mientras horadas mi herida-.
Ch.D.
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