miércoles, 28 de septiembre de 2011

Sin título

Quise capitular antes de que que se hiciera con el poder. Acariciar la hoja de una espada envainada, como tentando el honor. Atarme al mástil en tiempos de bonanza, prepararme para la súplica por la insoportable belleza de un monstruo que conmueve. Es tarde para detener los remos. Admirar su valor no me hizo más valiente. Sonreiré al poner la daga en su mano, veré en sus ojos la certeza de un destino tan promisorio como provisorio.

En vano cavilo los términos de mi rendición, que fue firmada en blanco hace ya mucho tiempo. Sólo aguardo un resquicio entre las miserias que acoja mi dignidad.

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