
Existen sucesos individualmente casi imposibles, que como conjunto forman una población cierta (o casi). Por citar sólo un ejemplo: yo mismo. ¡Qué raro es que me haya tocado vivir a mí, precisamente a mí, y no a cualquier otro, cuando lo mismo le ocurre a cualquier otro!
Un número cercano al infinito de alternativas casi imposibles hace que, no una de ellas en concreto, sino cualquiera de ellas, se aproxime a la certeza.
Ésa es mi certeza. Y quizás, una sutil esperanza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario